La naturaleza al servicio del arte
La naturaleza inspira el arte en las culturas prehispánicas de México a través de técnicas como el popotillo y el plumario.
El arte y la naturaleza, una combinación efectiva
Las culturas prehispánicas de México tienen la costumbre de aprovechar cada recurso brindado por la naturaleza, es común encontrar entre sus objetos algún artefacto fabricado con corales, semillas o ramas de bejuco; el arte, no es una excepción a ese uso.
La creatividad de los pueblos originarios ha permitido el desarrollo de diferentes técnicas para la utilización de elementos naturales como instrumentos de creación artística. Hoy, daremos un vistazo a dos de ellas: el arte en popotillo y el plumario.
¡A aprovechar los pastizales!
El Popotillo es un método utilizado en los cerros del Valle de México y las zonas montañosas de Michoacán, Hidalgo y Morelos; ya que por esas regiones crecen las fibras de Zacate Cambray o Zacatón, un pasto empleado por sus características en la fabricación de escobas y cepillos.
Los artesanos recogen las matas de pasto seco, las pintan con colorantes de origen natural, dejan que se sequen al sol y cuando ya están listas, realizan un diseño en una superficie rígida donde colocarán, uno por uno, los popotillos de diferentes tamaños y colores con un pegamento conocido como Cera de Campeche (fabricado por las abejas) .
La habilidad, paciencia y experiencia de cada artista es muy importante en el proceso, los maestros más experimentados pueden conseguir una mayor cantidad de tonalidades e incluso elaborar sus imágenes sin una guía previa. En un inicio, el popotillo hablaba de la vida del pueblo, sus tradiciones, eventos importantes, paisajes y fauna, hoy en día los temas se han diversificado, podemos encontrar piezas dedicadas a la virgen o personajes queridos de Studio Ghibli, todo depende del contexto de su autor.
El arte vuela como plumas
El arte plumario data desde la época de los olmecas, no obstante, su práctica es mayormente conocida por las piezas heredadas de la cultura azteca, entre ellas, el penacho de Moctezuma. Las plumas han sido consideradas un objeto divino en la cosmovisión azteca, por ejemplo, el origen del dios de la guerra, Huitzilopochtli inicia con una bola de plumas que cae del cielo y aterriza en Coatlicue, diosa de la fertilidad, así nace la deidad fundadora de México Tenochtitlan.
Los objetos realizados con este material eran muy apreciados por la clase alta prehispánica; sacerdotes, guerreros y gobernantes eran los únicos que podían permitirse su adquisición, debido a la complejidad de su elaboración.
Los artesanos Amantecas tenían la tarea de recolectar plumas de diferentes tamaños y colores, algo bastante difícil, pues no se les permitía matar a las aves o pintar sus plumajes para conseguir su material, por ello, recurrían al trueque o al tributo otorgado a sus señores. Esta práctica se mantiene actualmente en distintas regiones de México. El proceso para realizar un plumario empieza con la recolección de plumas, estas serán clasificadas y limpiadas para evitar malos olores o la presencia de parásitos, posteriormente, se dibuja el diseño sobre alguna superficie (puede ser de papel, cartón, piedra, metal o cuero) y al final, se pegan las plumas con la ya mencionada Cera de Campeche.
Guillermo Olay Barrientos, un artista entre dos mundos
En 1999 se restauró un abanico encontrado en las ruinas del recinto sagrado de Tenochtitlan, Gabriel Olay y su hijo Guillermo Olay cumplieron la labor de recubrirlo con bellas plumas de perico y colibrí, hoy en día, la pieza se encuentra expuesta en el Museo Nacional de Antropología del INAH.
Guillermo nació en la CDMX, pertenece a la quinta generación de artistas amantecas, desde niño ayudó a su padre con la recolección de plumas para sus cuadros y en su adolescencia empezó a aprender el oficio del popotillo “cómo Dios le dio a entender”; su padre, al ver su interés, lo envió a Tlalpujahua a aprender el oficio con su tío.
Empezó a trabajar en esta práctica como un pasatiempo pero, posteriormente, vio en las artesanías un modo de vida, le tomó más de quince años aprender la técnica del popotillo, pasados unos años, decidió agregar el arte plumario entre sus habilidades. Ha ganado premios el Concurso Nacional de Artesanías Las Manos de México y el Concurso Nacional Grandes Obras Maestras del Arte Popular, también ha presentado sus piezas en exposiciones como La Dinastía Olay: Arte Plumario en la biblioteca Miguel Lerdo de Tejada.